jueves, 18 de junio de 2015

EN EDIMBURGO

Subí a una colina en Edimburgo
Y vi los tejados negros de pizarra,
Vi las placas fotovoltaicas sobre el tejado.
El cielo era de nubes sin fisura,
Gris como el encanto de las clases medias, 
Y un viento frío nos obligaba a llevar
Anorak y camiseta térmica,
Todo del color de nuestro triste encanto
Y negro.
En recuerdo de John Knox, le digo a Lola.
También las casas de piedra son frías
Pero nadie se suicida. 
Yo creo que ya no son protestantes ni puritanos,
Todos ateos.
Le digo al vecino de mi hijo que somos canarios,
De unas islas que tienen la fortuna de ser afortunadas,
Que tienen la fortuna de tener pescado fresco y papas bonitas
Y muchas horas de sol.
¿Sol, mucho sol?¡ Qué suerte: cuanta energía !
Yo solo tengo un rayo cada veinte o treinta días.
Nosotros un sol que nos lleva hasta la playa,
Que nos calienta la espalda, los besos y la siesta. 
Con un poco de suerte , si cambiamos de gobierno,
Ese mismo sol nos dará energía.
La gente común, e incluso la gente gris de clase media
Piensan que el consumo de sol echará a andar las lavadoras.


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