ALMENDRO
Emigrar
Era una ventisca.
Sin pan
al filo de la navaja.
Fe, intacta.
Ocres
los barbechos,
y el pardo
era la piedra.
Allá,
la ciudad de
ríos podridos, de
cocina y vater.
De días,
atados a las piernas.
Y de hijos extranjeros
Hotel de Inmigrantes, Argentina 1912
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