jueves, 13 de agosto de 2015

ALMENDRO
Emigrar

Era una ventisca.
Sin pan
al filo de la navaja.

Fe, intacta.

Ocres
los barbechos,
y el pardo
era la piedra.

Allá,
la ciudad de
ríos podridos, de
cocina y vater.

De días,
atados a las piernas.

Y de  hijos extranjeros
Hotel de Inmigrantes, Argentina 1912

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