lunes, 3 de agosto de 2015

ALMENDRO
Niebla

Es la hora del volcán,
de las cuevas submarinas,
del azufre.

No se oye tu voz:
mínimo destello de basalto.

Las terrazas avanzan
hacia el mar
y perecen las raíces en la piedra,
y las púas del erizo
en la esperanza del asfalto.

Es  un mar
de hadas disfrazadas,
con la espiral del mito,
de chatarra en los barrancos
y cerámica
en la base de los pinos.

Es la hora de la línea

y del metro cúbico.

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