lunes, 28 de septiembre de 2015

XI

¿Te imaginas los ojos de Platero perdidos en Beirut?,
pequeños, peludos, suaves; tan blandos que se dirían
de un niño muerto, de un burrito niño, perdido en las calles de Beirut.

Pero hay huellas que son testigos con vocación de hueso.
Dedos índices
que lloran en manos verdaderas.


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