sábado, 31 de octubre de 2015

30

Buitres de metal picotean las laderas,
y se deslizan por inquietantes líneas de fuga:
ni manos
ni lavandas perfuman las baldosas;
sólo metástasis grasientas.

Atletas
con agua mineral en los bolsillos refrescan sus labios.

Hay legañas detrás de las miradas
que chirrían al pasar las páginas del sueño,
torrentes que circundan plazas espirales
y puntos sin salida.




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