martes, 6 de octubre de 2015

6

Jugábamos;
cada disparo era una verdad
en el rostro errático del aire.
Cada noche surgían montañas
entre mantas y rodillas
o la imagen de un guerrero.

Mi piedra rompió el cristal
para parir desnuda la mentira;
brazos cataratas me cubrieron
y un aroma de leche con canela
descansa
sobre mis párpados antiguos.

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