lunes, 16 de noviembre de 2015

Fuego

En la vorágine
del humo del bosque sin levante,
brazos se agitan por las cumbres,
espirales  intocables:
rojo al rojo de la llama.
Sirenas  de angustia condenada
y agujas en la brasa.

¡Dios de los ovarios de la tierra!

El  silencio nos responde
con el ruido del silencio.
Murmullo de hojas prohibidas.
Caminos dictados por el viento
son ahora fuego
acotado por las copas de los pinos.

Daremos gracias
al mal no acaecido.
¿Es así,  Señor?
Siempre igual:
el comentario tabernario
y el  castigo.

Las ventanas mirando hacia los cielos,
las abuelas asidas a la puerta
y  volantes
vistiendo la copa de los pinos.

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