domingo, 15 de noviembre de 2015

Calladamente

Un aguacero de células,
de vértigo y  de nausea
guiándome los pasos.
Yo sonrío
-mientras muero-
y tú calladamente vienes.
Este barro medular
me traviesa el pecho.
No te veo,
pero calladamente vienes
de la orilla del olvido.
Calladamente,
a este contorno de espirales
y huecos de vacío
que pulveriza el hueso.
Anita Erdmann

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